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20 julio 2023
¿Por qué solo una pequeña minoría de las niñas y adolescentes que en un futuro cercano elegirán su profesión van a escoger la ingeniería o una profesión STEAM?
La respuesta es conocida, porque carecen de referentes, tanto ellas como su entorno, familia, escuela, empresas, medios de comunicación o sociedad. Este diagnóstico rotundo se extiende por toda Europa, y en Euskadi no somos una excepción, a pesar de nuestra base industrial, que es la fuente principal de competitividad y bienestar. Los datos están ahí, sólo un 25% de todas las personas egresadas del conjunto de titulaciones de ingeniería corresponde a mujeres. Dato que desciende en la actividad profesional, el 20% de quienes ejercen en ingeniería son mujeres. Este valor disminuye hasta un 12% y un 6% en algunas ramas.
Como contexto, un rendimiento académico donde las mujeres sobresalen sobre los hombres y un sector industrial que clama por la falta de talento. No hace falta ser muy perspicaz para llegar a la conclusión de que hay un elefante en la sala. Más complicado resulta saber qué hacer con él para evitar que neutralice el talento que necesitamos activar para garantizar nuestro bienestar colectivo. Con este objetivo desde el Colegio de Ingeniería Industrial de Bizkaia (COIIB) celebramos recientemente la jornada “La mujer en la ingeniería: Talento y Tecnología”. Esta sesión, con gran éxito de asistencia, se estructuró en torno a dos mesas debate, una primera, con el foco en la educación, sobre las vocaciones Steam femeninas, y una segunda sobre experiencias personales desde la profesión. Sus conclusiones pueden ayudarnos a deshacernos de la pesada sombra del paquidermo. Conectar con las aspiraciones vitales.
Según las expertas la elección profesional no se empieza a hacer a los 14 o los 16 años, sino que se trata de un proceso que inicia mucho antes. Cuando llega la edad de elegir, en FP o bachillerato a muchas adolescentes les sobra capacidad y notas, pero no les atraen las opciones STEAM, no se ven trabajando en profesiones científicas y tecnológicas; es una cuestión de aspiraciones. Se percibe como algo que no tiene que ver con ellas.
En las edades más tempranas, cuando se plantean actividades tecnológicas, niñas y niños participan por igual, y, sin embargo, a partir de los 8 años, se produce un punto de inflexión y se empiezan a adoptar estereotipos limitantes de género, que van manifestándose en las diferentes decisiones de la etapa educativa, desde tipos de deporte que se practica, a asignaturas optativas, etc. y más tarde en los sectores de actividad profesional, decantándose el industrial para los chicos, y las áreas de servicios y salud para las chicas.
Aunque ya es muy generalizado que muchas niñas y adolescentes llegan al momento de escoger la formación de su futura profesión con dudas, escasa información, y, en muchos casos, percepciones poco fundamentadas, que no se corresponden con la realidad de la actividad profesional, esto se agrava especialmente en las ingenierías y las carreras STEAM.
Los científicos siguen siendo representados como hombres mayores, excéntricos, si no malhumorados, solitarios, y encerrados, sin horario de salida, en laboratorios poco amigables. Y lo poco que se traslada de la ingeniería incide en una narrativa épica y aspectos ligados a dificultad o renuncia, donde hacer la carrera de ingeniería es descrito como una tarea casi de “héroes”, (y hay que recordar que en las narrativas heroicas las mujeres son relegadas a un rol secundario o ausente). Es común referirse a una formación difícil, exigente (una carrera de obstáculos y muchos suspensos), a la que se añaden el dominio de otros idiomas, destrezas informáticas, que requiere mucha dedicación y actualización continua, renuncia a vida social, ambiente muy masculinizado, y una remuneración futura que no siempre compensa la responsabilidad.
Es imprescindible presentar otras perspectivas, e incorporar imágenes reales y actuales si queremos abrir las puertas de la ingeniería y acabar con el síndrome de impostora que puede afectar a muchas adolescentes en momentos de duda sobre su futuro profesional. La ingeniería no es de hombres, sino de todos los géneros, es una actividad social, se trabaja en equipo, es compatible con diferentes estilos y momentos de vida, es una fuente de oportunidad y crecimiento personal, y aporta su granito de arena a mejorar la sociedad. Existen algunas iniciativas que trabajan para ofrecer visiones alternativas, como es el Programa Inspira STEAM, que acerca la experiencia de mujeres de profesiones STEAM a la escuela. Estas profesionales comparten su experiencia laboral con niñas de 6º de primaria, lo que permite conocer a ingenieras de carne y hueso, y comprobar que no se trata de “bichos raros”, y qué es lo que realmente hacen en sus trabajos. Actualmente sus responsables están reflexionando acerca de la conveniencia de dirigirse a niñas en edades inferiores y aumentar el número de sesiones. Apoyar los procesos de orientación profesional
Muchas veces se acusa al sistema educativo de trasnochado, de no adaptarse a las futuras salidas profesionales, olvidándonos de la sobrecarga de exigencias, y todas las tareas que tienen que resolver.
La escuela necesita apoyo para paliar la desinformación sobre las ingenierías. Es fundamental que los orientadores dispongan de la información real de las salidas profesionales que permiten las diversas ingenierías, ya que ésta es la única forma de que puedan aconsejar correctamente a los futuros profesionales. Por tanto, es relevante complementar su actividad con iniciativas que facilitan una información de primera mano, territorializada y actualizada.
Por este motivo, agrupaciones industriales están facilitando que los centros de formación se acerquen a visitar industrias para que, desde la infancia, rompan las barreras de entrada, las conozcan, vean sus procesos productivos, y entren en contacto con la tecnología industrial. Las empresas tienen que abrir las puertas a las escuelas, e incrementar su sensibilización hacia el público femenino, mostrando a mujeres desempeñando funciones motivadoras.
Del mismo modo hay que hacerlo en la educación superior. Cada vez hay más jornadas de puertas abiertas, que quizá se debieran hacer no solo para los estudiantes en los momentos de selección, sino para edades más tempranas, a través de actividades que conecten con el alumnado en diferentes momentos de sus etapas educativas. Comunicar más y mejor
Comunicar no es optativo en esta situación de necesidad de talento, es el momento de replantear los mensajes y como conseguir que lleguen a las niñas y adolescentes. Hay que trasladar cómo es realmente la ingeniería, y hacerlo en femenino, favoreciendo la visibilidad de las ingenieras, para atraerlas a esta profesión.
Una primera acción es empezar por la denominación, hay que perder el miedo a usar la palabra “ingeniera” y de este modo asociar el sexo femenino con la profesión, y poner cara y ojos a ingenieras concretas.
No menos importante es recuperar referentes invisibilizados. La ciencia en general y la ingeniería en particular está narrada por hombres que hablan de hombres. No se visibiliza a las mujeres de hoy en día, ni a las que consiguieron logros en el pasado. Es necesario recuperar referentes femeninos, y contar la historia de la ingeniería incorporando todas las aportaciones.
En este sentido se echa de menos el apoyo de los medios de comunicación y las plataformas audiovisuales. Se necesitan contenidos, dibujos animados o series de televisión protagonizados por ingenieras y científicas que se orienten a las diferentes edades de la infancia y la adolescencia, y que normalicen estos roles en la vida cotidiana. Como del mismo modo resulta necesario que la ingeniería esté presente en los canales donde realmente están los jóvenes, las redes sociales, con los formatos y contenidos actuales. Las ingenieras y la competitividad empresarial
La guinda de la jornada la puso la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente de Gobierno Vasco, Arantxa Tapia, que en su clausura declaró que está demostrado que la presencia de mujeres a todos los niveles hace que las empresas sean más competitivas.
A nadie la pasó inadvertido “a todos los niveles” ya que necesitamos incorporar a las mujeres a todas las áreas de la empresa, especialmente a las posiciones de máximo liderazgo, donde su presencia es todavía muy escasa. Lo que lleva consigo una adaptación de los modelos de trabajo y de carrera profesional, para poder compatibilizar una vida plena con una trayectoria laboral prometedora.
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